miércoles, 4 de noviembre de 2015

La mente tiene poder en la piel


Para todos los que hacen parte del club #Sunlover, les contamos que la mente es algo sobre lo que todos las personas hablan, pero nadie sabe lo que es. 

Hay investigadores que creen que la mente es un producto del cerebro y tratar de encontrar su asiento en ese cuerpo. Otros piensan que la mente existe antes que el cerebro, siendo el programador de lo que sucede en ella. Ambas escuelas de pensamiento tienen evidencia bastante convincente de esa afirmación.

Sea lo que sea, la mente es donde se producen los pensamientos. De ellos, se desencadena una serie de fenómenos físicos a través del cerebro, que es el sitio de reconocimiento de todos los eventos que tienen lugar en el cuerpo.

Origen embriológico

La piel y el sistema nervioso, el cerebro, que es el cuerpo central tienen el mismo origen de la formación del embrión. Ambos se derivan del ectodermo, la valva externa del embrión, que, en su evolución, se pliega sobre sí misma para formar un tubo, llamado el tubo neural. La parte que sale formará la piel y el interior desarrollará el sistema nervioso.

Así que desde el principio, la piel está en conexión directa con el sistema nervioso, constantemente enviar más información sobre el ambiente externo.



La comunicación del sistema nervioso de la piel

Cerebro y la médula espinal salen nervios que se ramifican como las ramas de un árbol y la cabeza a todas las partes del cuerpo, incluyendo la piel. En la piel, las fibras nerviosas alcanzan la dermis (segunda capa de la piel), el buque y la capa más superficial de la epidermis.

Los mensajes entre el sistema nervioso y la piel se producen a través de sustancias químicas llamadas neuropéptidos, que llevan el código de pensamientos que ocurren en la mente a la piel.

Por el contrario, la piel hasta el cerebro envía sus mensajes a través de mediadores químicos producidos por las células, que viajan con el sistema nervioso central a través de la sangre o de los nervios, generando allí pensamientos.

La comunicación entre la mente, el sistema nervioso y la piel es constante e inmediata, provocando cambios muy sutiles, casi siempre invisible y desapercibido por la gente, como los cambios en la producción de sudor.

Colaboración:  Dr. Roberto Azambuja  - Dermatólogo

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